“ [ …] A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre la esencia del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con estos detalles creen conocerle.
Si les decimos a las personas mayores: “he visto una casa preciosa, de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado” jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles “he visto una casa que vale mil pesos” entonces exclamarán entusiasmados ¡¡Oh, que preciosa es!! “
(Fragmento extraído de “EL PRINCIPITO” cap. IV –Antoine de Saint-Exuspéry--)
Hace muchísimos años atrás leí El principito. Pienso que es una de esas obligadas obras que toda persona debe leer.
Reconozco que cuando leí el libro por primera vez, no saqué todo el mensaje que lleva dentro, que son muchos.... más que nada porque me lo leí en francés cuando aprendía este idioma. En toda la obra hay frases o fragmentos que te hacen reflexionar, por eso de vez en cuando me gusta releerlo ya que siempre saco un nuevo aprendizaje, o lo entiendo de otra forma. Para mi es un libro mágico. (De hecho a partir de hoy tendrá su propia sección en este blog, ya que hay muchas cosas por analizar.)
Este fragmento viene a decirnos una vez más lo superficiales que llegamos a ser las personas fijándonos en características de los demás que muchas veces poco importan y sin embargo dejamos a ún lado lo esencial, de las personas y de la vida; es algo sobre lo que se enfatiza bastante en este libro.
A veces somos tan estúpidos que no sabemos ver lo que tenemos delante de las narices, que en vez de disfrutar de la belleza de la vida, perdemos nuestro escaso tiempo en acumular objetos inútiles. Ya no sabemos cual es la verdadera esencia de la vida, ni de las cosas ni de nosotros mismos. Hemos perdido la autenticidad entre hipotecas y el nuevo módelo de coche, y para que vamos a engañarnos, no queremos ser conscientes de ello porque nos aterroriza enfrentarnos a esa responsabilidad.
Este fragmento viene a decirnos una vez más lo superficiales que llegamos a ser las personas fijándonos en características de los demás que muchas veces poco importan y sin embargo dejamos a ún lado lo esencial, de las personas y de la vida; es algo sobre lo que se enfatiza bastante en este libro.
A veces somos tan estúpidos que no sabemos ver lo que tenemos delante de las narices, que en vez de disfrutar de la belleza de la vida, perdemos nuestro escaso tiempo en acumular objetos inútiles. Ya no sabemos cual es la verdadera esencia de la vida, ni de las cosas ni de nosotros mismos. Hemos perdido la autenticidad entre hipotecas y el nuevo módelo de coche, y para que vamos a engañarnos, no queremos ser conscientes de ello porque nos aterroriza enfrentarnos a esa responsabilidad.
